Desde acá les hemos relatado una que otra historia curiosa de las obsesiones que el hombre puede tener. La de hoy no es nada curiosa, pero si es muy cara. No para el que la padece, pero sí para el afectado: la cleptomanía, o el impulso incontrolable por robar.
Me di a la tarea de investigar ese que llaman el “robo hormiga” y, como siempre, me di cuenta de que es ya algo muy común. Se sabe sólo al ver los resultados de la búsqueda en Google, más de 123 000 resultados. ¿Cuántos de ellos serán perpetrados por algún maníaco, un cleptomano? Nadie lo sabe, y para mí ese es el mayor problema: que nadie lo considere una enfermedad, sino más bien un problema lateral. Y no es así, los cleptomanos necesitan ayuda, no dinero.